En la anterior entrada tratamos los orígenes de la identidad nacional ucraniana y la historia de esta región hasta mediados del Siglo XX. En esta segunda parte me centraré en explicar lo ocurrido en Ucrania desde la época del Glasnost hasta los trágicos sucesos del Euromaidán y la guerra en el Donbás, sin entrar en la invasión a gran escala iniciada el pasado mes de febrero.
La
independencia
El 11 de
marzo de 1985 Mijaíl Gorbachov se convertía en el secretario general del
Partido Comunista de la Unión Soviética, comenzando así un período reformistatanto en el campo político como en el económico, que finalmente llevaría a la disolución total de la URSS en la Navidad de 1991. Bajo la política de Glasnost
se pusieron en marcha una serie de medidas liberalizadoras y aperturistas que
permitieron la expansión de las ideas separatistas no sólo en Ucrania, sino en
todas las repúblicas soviéticas, Rusia incluida. Por ejemplo, en 1988 el gobierno soviético puso
en libertad al influyente líder independentista ucraniano Levkó Lukiánenko, arrestado en 1977 y quien
en 1991 redactará la Declaración de Independencia de Ucrania.
Durante los meses de enero y febrero de 1989 en la República Socialista Soviética de Ucrania se viven importantes concentraciones celebrando el aniversario de la proclamación de la República Popular Ucraniana en 1917 y la unificación de este Estado con la República Popular de Ucrania Occidental en 1919. Muchas de estas concentraciones, por no decir la mayoría, son de carácter religioso. Al igual que ocurría en Rusia, la decadencia del modelo soviético vendrá acompañada de un resurgir religioso, tanto ortodoxo como católico. Esto quedará patente cuando en 1990 se restablece la Iglesia ortodoxa autocéfala ucraniana, independiente del patriarcado de Moscú, Iglesia que sin embargo no fue reconocida oficialmente por el Patriarcado de Constantinopla hasta el año 2018. Por otro lado, en octubre de 1989, el parlamento ucraniano aprueba una ley que hace del idioma ucraniano el único oficial, desplazando al ruso. La cuestión lingüística será uno de los principales problemas que Ucrania afrontará una vez separada de la Unión Soviética.
Sin
embargo, en el referéndum del 17 de marzo de 1991 sobre la preservación de la
URSS, el 70% de los ucranianos vota a favor de esta. A día de hoy ciertos
grupos comunistas, por lo menos en España, afirman que los resultados del
referéndum demuestran la afinidad del pueblo soviético hacia el socialismo,
aunque luego estos mismos comunistas aseguran, en algunos casos, que el
socialismo mágicamente dejó de existir en el XX Congreso del PCUS. La verdad es
que las ganas de permanecer en la URSS están más ligados al miedo a los cambios
radicales, miedo más que justificado viendo los devastadores efectos de la
transición al capitalismo, y al deseo de continuar bajo la estabilidad otorgada
por los gobiernos de Kruschev y Brezhnev. No en vano este último líder, que no
es que sea el mejor ejemplo de marxismo-leninismo puro, es uno de los mejores
recordados por los ex ciudadanos soviéticos. Muchos comunistas no se dan cuenta
de que lo que realmente quería el pueblo soviético, lejos de discusiones hermenéuticas
sobre lo que quiso decir Marx, era tener un buen nivel de vida, un nivel que se
le fue arrebatado, de forma antidemocrática, no sólo a los ucranianos, sino a
prácticamente todos los ciudadanos de la URSS.
Y es que,
a pesar de los resultados del referéndum, la independencia oficial de Ucrania
tiene lugar el 24 de agosto de 1991, consecuencia directa del intento de golpe
de Estado del día 19 por parte de Guennadi Yanáyev y Dimitri Yazov que buscaba
apartar a Gorbachov del poder y frenar el proceso de descomposición de la URSS.
El 1 de diciembre de 1991 se celebra un referéndum por la independencia de
Ucrania, ganado con el 91% de los votos. Ese mismo día se celebran elecciones
presidenciales, ganadas por el independiente Leonid Kravchuk con el 61% de los
votos, siendo su principal rival el Movimiento Popular de Ucrania (Rukh) de Viacheslav
Chornovil y Vasyl Kuybida, que se hizo con el 23% de los votos. Si bien el Rukh
perdió las primeras elecciones ucranianas, esta formación fue la principal promotora de la independencia ucraniana durante los años finales de URSS. De ideología
atlantista, liberal y fuertemente anticomunista, fue la organización detrás de
la mayoría de manifestaciones independentistas de finales de la década de 1980.
Mientras que el Rukh estaba liderado por disidentes soviéticos, Kravchuk, al
igual que Yeltsin en Rusia, Nursultán en Kazajistán o Heydar Alíyev en
Azerbaiyán, por citar solamente unos ejemplos de tantos, provenía del Partido Comunista de la Unión Soviética, aunque a
diferencia de los anteriores, él nunca había sido una figura política de primer
orden durante el período comunista.
La
Ucrania pre Maidán
Al igual
que en la mayoría, si no todos, de los países post soviéticos, los años
inmediatamente posteriores a la independencia fueron especialmente duros. Bajo el
gobierno de Kravchuk, entre 1991 y 1994, la economía ucraniana se contrajo en
más del 10% anual. Para 1993 la tasa de inflación alcanzaba el 10155%. La
profunda crisis económica le cuesta la presidencia a Kravchuk, que en las
elecciones del 10 de julio de 1994 pierde contra su tocayo Leonid Kuchma,
también independiente, por un estrecho margen: 52,3% frente a 45,2%. Una
relativa mejora económica hizo que fuese reelecto en los comicios de 1999 con
el 56,25% de los votos, siendo el Partido Comunista de Ucrania de Petró
Simonenko la segunda fuerza, con el 37,8% de los votos. El segundo mandato de
Kuchma quedó marcado por el escándalo alrededor de la muerte del periodista
georgiano Georgiy Gongadze, secuestrado y decapitado en el año 2000 por orden
de Kuchma como demostró el diputado Oleksandr Moroz del Partido Socialista de
Ucrania, que filtró a la prensa grabaciones en las que quedaba clara la
participación de Mykola Melnychenko, guardaespaldas de Kuchma, en el crimen.
Llegamos
así a las elecciones de 2004 a las que Kuchma no podía presentarse debido a que
la constitución ucraniana limita la estancia del presidente en el poder a dos
mandatos. Kuchma apoyará al candidato del Partido de las Regiones de Víktor
Yanukóvich, partido surgido en 1997 con el objetivo de defender los intereses
de los rusoparlantes, por lo que no es de extrañar que la formación tuviese una
postura rusófila, a diferencia de su principal rival, el independiente Víktor
Yúshchenko, atlantista y europeísta. Las elecciones del 21 de noviembre de 2004
quedarán marcadas por la división territorial, con Yanukóvich venciendo en el
este y sur del país, la zona
históricamente llamada Nueva Rusia, como bien dijimos en la anterior entrada, y
Yúshchenko ganando en el oeste y el interior, zonas ucranianoparlantes.
Yanúkovich ganó con el 49% de los votos, siendo rápidamente acusado de fraude
electoral por la oposición. Las acusaciones de fraude vienen acompañadas de la
intoxicación de Yúshchenko con la dioxina TCDD. Con el apoyo, como mínimo
diplomático, de la Unión Europea y Estados Unidos la oposición pone en marcha
una Revolución de color, la Revolución naranja, similar a la vivida en Yugoslavia cuatro años antes y en Georgia en 2003 que obliga al gobierno, tras
una decisión del Tribunal Supremo, a repetir elecciones el 26 de diciembre,
ganadas esta vez por Yúshchenko con el 51,99% de los votos. Importante remarcar que, como
demostró el ex presidente Kravchuk con una serie de documentos filtrados, la
campaña de Yúshchenko estuvo financiada por el oligarca ruso exiliado Borís
Berezovski, quien huyó de Rusia tras la llegada al poder de Putin ante acusaciones de corrupción.
Fue bajo
el gobierno de Yúshchenko cuando las relaciones entre Ucrania y Rusia
comenzaron a deteriorarse, sobre todo a raíz de las intenciones del nuevo
presidente de expulsar a la Flota rusa del Mar Negro de sus instalaciones en
Sebastopol, en la Península de Crimea. Igualmente, Yúshchenko llevó a cabo un acercamiento con la Georgia de Mikheil
Saakashvili, atlantista llegado al poder tras la ya mencionada revolución de color de 2003, la
Revolución de las rosas, y quien se enfrentó a Rusia en una breve guerra en el
año 2008. Por otro lado, Yúshchenko rehabilitó la figura del nacionalista
filonazi Stepan Bandera, lo cual elevó las tensiones con Rusia aún más.
En las
elecciones de 2010 el ganador fue Yanúkovich con el 48,95% de los votos.
Yúshchenko ni siquiera pudo pasar a la segunda vuelta, logrando solamente un
5,45% de los votos en la primera. La mayoría de sus votantes pasaron a su antigua
colaboradora, la ex primera ministra Yulia Timoshenko, una de las principales
protagonistas de la Revolución naranja y que acabaría rompiendo con Yúshchenko
en el año 2008. Timoshenko obtendría el 45,47% de los votos en la segunda vuelta. Una vez más, el voto
quedó enormemente dividido según la región.
Si por
algo es recordado Yanúkovich es por sus políticas pro rusas. Retiró el título
de Héroe de Ucrania a Stepan Bandera, buscó la cooficialidad del idioma ruso y
pese a su fuerte anticomunismo se negó a aceptar la propaganda occidental
entorno al Holodomor, afirmando que la hambruna existió pero que era injusto
culpar a los vecinos de ella cuando también se vivió en Rusia. Yulia Timoshenko
sería encarcelada acusada de corrupción y de participar en el homicidio del
oligarca Yevhen Shcherban en 1996.
El
Euromaidán
Cuando en noviembre de 2013 Yanúkovich canceló los planes del país para unirse a Unión Europea para, en vez de esto, acercarse más a Rusia, en las calles de Kiev comenzaron a verse numerosas manifestaciones, apoyadas claro está por ONGs y grupos vinculados a la Unión Europea y a oligarcas nacionales, como Íhor Kolomoiski, y extranjeros, como el famoso George Soros. Si no, cabe preguntarse de donde salió el dinero para los numerosos conciertos que se celebraron durante la pseudo revolución que agitó Ucrania entre noviembre y febrero de 2014.
No pasaría
mucho tiempo hasta que numerosas figuras vinculadas al gobierno estadounidense
empezasen a visitar Kiev: Victoria Nuland, secretaria para asuntos europeos y
euroasiáticos del Departamento de Estado; John McCain, el mediático senador y
candidato a la presidencia, o el también senador Chris Murphy son sólo algunos
ejemplos. El embajador Geoffrey Patt por su parte se reuniría en numerosas
ocasiones con opositores. La mal llamada revolución del Maidán fue poco más que
un golpe de Estado orquestado desde el extranjero, lo que no quita que la
respuesta de Yanúkovich fuese especialmente desmedida, represiva y violenta, lo cual fue rápidamente aprovechado por los propagandistas occidentales para retratar al gobierno ucraniano como dictatorial.
Dejando de
lado la más que evidente injerencia occidental en Ucrania, la verdad es que la
población ucraniana estaba fuertemente dividida entre pro rusos y pro
ucranianos. Según un artículo de El País del año 2013 el 38% de los ucranianos
estarían a favor de una asociación con Rusia y un 37,8% con Europa. También es
importante remarcar que los distintos grupos de extrema derecha, en la mayoría
de los casos neonazis en toda regla, como el partido Sector Derecho si bien se
mostraban contrarios a Yanúkovich y Rusia, también eran antieuropeos, posición
que cambiaría radicalmente tras el Maidán, cuando el antieuropeísmo de la
extrema derecha ucraniana quedaría totalmente eclipsado por el sentimiento
antirruso, eso por no hablar del apoyo de la OTAN a milicias como el
tristemente célebre Batallón Azov, fundado en 2014 por ultras del Metalist Járkov e integrantes de la formación neonazi Patriota Ucraniano, de la cual heredó la iconografía del
El 20 de
febrero fue sin duda alguno el más tenso y sangriento día del Maidán cuando en
Kiev veintiún manifestantes fallecieron por disparos de francotiradores del
SBU, la inteligencia ucraniana. Sin embargo, es necesario remarcar que muchos
de los que protestaban contra Yanúkovich portaban armas de fuego y que los
disparos comenzaron en el edificio del conservatorio, controlado por los
manifestantes. La masacre coincidió con la reunión de Yanúkovich con tres
ministros de exteriores de la Unión Europea, Radosław Sikorski de Polonia,
Laurent Fabius de Francia, y Frank-Walter Steinmeier de Alemania. La reunión
lejos de ser cordial, se caracterizó por la intransigencia de los líderes
europeos. Sikorski por ejemplo amenazó con la frase: Si no acepta (la
propuesta europeísta) tendrás ley marcial, el ejército, estaréis todos muertos.
Las
negociaciones entre gobierno y oposición fracasan y el 22 de febrero de 2014
Yanúkovich, que la noche anterior había huido de Kiev a Járkov, es destituido
por la Rada Suprema, el parlamento ucraniano. Oleksandr Turchínov, del partido
europeísta Batkivshchina, es investido como presidente interino. Yanúkovich se exiliará
en Rusia. Las fuerzas europeístas-atlantistas habían triunfado tras más de tres
meses de protestas, que se saldaron con un total de ciento treinta muertes. La
respuesta por parte de los sectores afines a Rusia, así como el propio país
euroasiático, no se hizo esperar.
En toda la
región costera de Ucrania, la Nueva Rusia, se vivieron manifestaciones y disturbios
contra el nuevo gobierno, desde Odesa hasta el Donbás, pasando por Crimea y
Mariupol. A mediados de febrero Rusia comienza a desplegar tropas sin
identificaciones en la Península de Crimea, enviadas desde la base
naval de Sebastopol. Crimea era sin duda alguna la región de Ucrania donde el
sentimiento rusófilo era más grande, es más, según el censo de 2001 el 60% de
la población de la península era de etnia rusa, 67,9% según otro censo
realizado en 2014, a la que hay que sumar un considerable numero de ucranianos
rusófilos, basta con ver que el 97% de la población es ruso parlante. El 11 de marzo Crimea
declara su independencia de Ucrania, estableciéndose un gobierno pro ruso de la
mano de Serguéi Aksiónov, quien legitimará la secesión de la península el 16 de
ese mismo mes con un referéndum en el cual la independencia triunfa con 96% de los votos. La
República de Crimea se incorporará inmediatamente a Rusia.
La anexión
de Crimea se realizó sin apenas victimas mortales: un miliciano separatista,
dos soldados ucranianos y tres civiles. No se puede decir lo mismo de otras
regiones de Ucrania. En Odesa, el día 2 de mayo se viven enfrentamientos
entre sindicalistas e izquierdistas pro rusos y ultraderechistas y ultras del Metalist Járkov, que disputaba un partido contra
el equipo local. Los violentos disturbios de ese día finalizaron con el
incendio de la Casa de los Sindicatos de la ciudad, donde pro rusos e
izquierdistas se refugiaban de los ultraderechistas. Cuarenta y ocho personas
fallecieron en el ataque.
Una de las
más graves y repetidas malinterpretaciones del conflicto ruso-ucraniano es la
de que se trata de un conflicto entre derecha e izquierda, una sandez que
esperpénticos personajes de la izquierda tuitera se dedican a repetir como
justificación de su rusofilia. La verdad es bien distinta, teniendo tanto
Ucrania como Rusia gobiernos de, como mínimo, derecha conservadora. Sin
embargo, es necesario remarcar que en el bando pro ruso sí que existieron, y en
teoría siguen existiendo, grupos izquierdistas y comunistas, a diferencia del
bando ucraniano, donde Rusia es sinónimo de Unión Soviética, razón por la cual
la más que evidente rusofobia de los gobiernos posteriores a Yanúkovich vino
acompañada de un fuertísimo anticomunismo, materializado en la ilegalización en
diciembre de 2015 del Partido Comunista Ucraniano.
La
guerra
Los
eventos de Odesa fueron graves, pero mucho más grave fue lo ocurrido en la
región del Donbás, formada por los oblasts de Donetsk y Lugansk, zonas
rusoparlantes y donde el sentimiento rusófilo era predominante. La región fue escenario de protestas pro rusas ya desde antes del triunfo de los europeístas
del Maidán. El 12 de abril de 2014 tendrá lugar la primera toma de un edificio
del gobierno por parte de milicianos armados, un edificio del ministerio del
interior en la ciudad de Donetsk. En los días siguientes las fuerzas pro rusas,
lideradas por Igor Bezler e Igor Girkin, alias Strelkov, se harán con el
control de edificios gubernamentales en Sloviansk, Mariúpol, Horlivka,
Kramatorsk, Yenakiieve, Makiivka, Druzhkivka y Zhdanivka. El proceso se repitió en el
vecino oblast de Lugansk. El 7 de abril se declara la República Popular de
Donetsk, con Pavel Gubarev a la cabeza, y el 27 la República Popular de
Lugansk, con Aleksandr Kharitonov como líder.
La respuesta ucraniana no se hace esperar: el 12 de abril de 2014, con el ataque del ejército ucraniano a Sloviansk, se da inicio a la Guerra del Donbás. También es importante remarcar que el control de los rebeldes pro rusos sobre las ciudades anteriormente mencionadas nunca llegaría a ser total. Por ejemplo, en Kramatorsk si bien los rebeldes de Igor Strelkov controlaban el núcleo urbano, la base militar de la ciudad permanecía en manos del ejército ucraniano, ya que un ataque frontal a estas instalaciones hubiera sido un suicidio. Es más, las fuerzas de Strelkov acabarán por retirarse de esta ciudad para centrarse en conservar el control de Donetsk.
El 11
de mayo se celebra un referéndum por la independencia de Donetsk y Luhansk.
Ganará el sí a la secesión con el 89% de los votos. El día 22 ambas repúblicas
acuerdan unirse en una confederación de nombre Nueva Rusia, con el claro
objetivo de, en un futuro, hacerse con todo el control de la región histórica
homónima. Todo esto coincide con las victorias iniciales del ejército
ucraniano, que logra recuperar Sloviansk, Kramatorsk y Mariúpol.
Las
fuerzas separatistas se organizan, contando con la ayuda de numerosos
voluntarios extranjeros, la mayoría rusos, pero también de otras
nacionalidades, muchos de ellos autodenominados antifascistas que vieron en el
Donbás la esperanza de establecer un gobierno de corte socialista. De todas las
unidades militares separatistas destaca sin duda alguna el Batallón Sparta,
liderado por el carismático Arsen Pavlov, alias Motorola, una milicia que lejos
de ser de corte izquierdista tenía, y sigue teniendo, en su emblema, la bandera
zarista acompañada del símbolo de la Orden Espartana de la saga de videojuegos
y novelas de ciencia ficción Metro. También destaca el Batallón Somalia, de Mijaíl
Tolstij alias Givi, y la Primera Brigada Sloviansk, del ya mencionado Igor
Strelkov.
La
composición ideológica de las fuerzas separatistas del Donbás por lo general no
iba más allá del nacionalismo ruso, lo que explica el uso tanto de imágenes y
emblemas de origen imperial como soviético, simbología utilizada más que nada
por su valor folclórico. Resulta difícil encontrar grupos propiamente comunistas en las fuerzas armadas de Nueva Rusia, pese a ser una región
donde la nostalgia de la URSS es algo más que común. El caso más evidente de una milicia izquierdista, que no marxista, lo encontramos en la Brigada Prizrak de Lugansk, que contaba con un elevado número de voluntarios extranjeros, al igual que la ya desaparecida Brigada Internacional Carlos Palomino, también en Lugansk, y formada en su mayoría por españoles. La Brigada Prizrak continúa existiendo, si bien el número de voluntarios extranjeros es mucho más bajo a día de hoy que en 2014. Por el contrario, las
unidades propiamente derechistas sí que son abundantes. Algunos ejemplos son el
Ejército Ortodoxo Ruso o la Compañía Rusich, un grupo de pequeño tamaño formado
por neonazis rusos. Incluso la ideología nacionalbolchevique de Eduard Limonov consiguió hacerse un hueco en las filas separatistas, con la milicia de nombre
Sin embargo,
mientras que en el bando pro ruso los grupos propiamente neonazis eran una
minoría, en el bando ucraniano las formaciones neofascistas tenían, y siguen teniendo,
un tamaño considerablemente grande. Como bien se dijo antes, el más evidente ejemplo
es el Batallón Azov, fundado en mayo de 2014 y que rápidamente se convirtió en
la principal fuerza paramilitar de la Guardia Nacional de Ucrania. Pese a los ridículos
intentos de los charlatanes atlantistas de limpiar la imagen de esta unidad
neonazi, basta con ver su simbología, la runa Wolfsangel y el sol negro, para
darse cuenta de la verdadera línea ideológica del batallón. Otras fuerzas
ultraderechistas son los Batallones Donbás y Dnipro, que al igual que Azov
tienen un largo historial de crímenes contra la población civil. Los crímenes cometidos
por estas unidades, deliberadamente ocultados al publico occidental por los medios
de desinformación atlantistas, van desde las violaciones hasta crucifixiones,
eso por no hablar de los asesinatos de civiles que huían de Mariúpol durante la
guerra a gran escala iniciada por Rusia en 2022. Pero si hay una unidad que se lleva la palma,
ese es el Batallón Tornado, involucrado en violaciones de niños y bebés.
El 25 de
mayo se celebran elecciones presidenciales en Ucrania, ganadas por el independiente
derechista Petro Poroshenko con el 54% de los votos, siendo su principal rival Yulia
Timoshenko, que obtiene un 12%. Las elecciones estuvieron claramente marcadas
por la guerra. En los territorios del Donbás controlados por las fuerzas pro
rusas no se abrieron colegios electorales, al igual que, claro está, Crimea.
Por otro lado, el gobierno ucraniano persiguió a los candidatos pro rusos,
siendo el caso más evidente el de Oleg Tsarov, del Partido de las Regiones, que,
ante numerosas amenazas de muerte, se vio obligado a renunciar a su candidatura.
El Partido Comunista tachó las elecciones de ilegales y se negó a participar.
El 5 de septiembre en Minsk se firma un alto al fuego mediado por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). Esta tregua dura poco, pues el 28 de septiembre las fuerzas de Donetsk lanzan una ofensiva contra el aeropuerto de la ciudad, que en mayo había sido capturado por las fuerzas gubernamentales de Ucrania. El 12 de febrero, tras la victoria de las fuerzas separatistas en la Segunda Batalla del aeropuerto de Donetsk, se firma un nuevo acuerdo que, una vez más, no logra parar los enfrentamientos, si bien estos bajan de intensidad.
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